PIEL Y MATERNIDAD

Dos corazones latiendo bajo una misma piel

El embarazo es una de las etapas más sorprendentes y especiales en la vida de una mujer. Cuerpo, mente y alma están en continuo cambio, preparándose para gestar y dar luz a una nueva vida. Un momento único en el que dos corazones laten fuertes bajo una misma piel

En el mismo momento de la concepción, se inicia un periodo conocido como la ventana de los 1000 días que se extiende hasta los dos primeros años de vida de nuestro bebé. Científicamente sabemos que es una de las etapas biológicas más importantes y con mayor plasticidad de la vida, pues ocurren una serie de cambios físicos, mentales y emocionales que dirigidos con unos hábitos de vida saludables son capaces de influir muy positivamente en la salud futura tanto de la madre como del bebé. En esta revolución, la piel es uno de los órganos que más cambia y se modifica

A estos 1000 días, personalmente me gusta llamarlos la “ventana de la oportunidad” porque nos brindan una oportunidad excelente no sólo para proteger y cuidar de nuestros hijos si no también para aprender a mimarnos y a cuidarnos a nosotras mismas

En este espacio encontraréis información sobre cómo cuidar vuestra piel en las distintas etapas de vuestra maternidad. Repasamos las alteraciones dermatológicas que más frecuentemente aparecen en la piel y el cabello durante el embarazo y el postparto, aportando consejos útiles sobre su cuidado que podréis incorporar en vuestro día a día. Hablamos de los tratamientos dermatológicos y estéticos más recomendados para cada alteración adaptados a cada momento de vuestra maternidad. 

Alteraciones dermatológicas en el embarazo

Me hace especial ilusión crear este punto de encuentro para compartir con todas vosotras no sólo mi conocimiento y experiencia profesional como dermatóloga sino también mis vivencias, de mamá a mamá, en este fascinante viaje de la maternidad. 

Cambios en el embarazo

Durante el embarazo ocurre una revolución hormonal por un aumento explosivo de progesterona y estrógenos, especialmente en el primer trimestre, que repercute de manera inevitable en la fisiología de la piel y por tanto en su estado y apariencia. Sin embargo, también hay que tener en cuenta la predisposición genética de cada mujer a padecer esos cambios en la piel durante el embarazo y otros factores no hormonales, como el fototipo de piel o la exposición solar en el tema del melasma o mancha hormonal, que por supuesto también van a condicionar su aparición.

De forma general, podemos hablar de tres grandes grupos de cambios en la piel que comúnmente suelen darse durante el embarazo.

Pigmentación

Aparición de manchas hormonales o melasma del embarazo, oscurecimiento de la línea alba, las areolas y los genitales.

Vasculares

Arañas vasculares, varículas, varices, sangrado de encías, granulomas en la mucosa oral, hemorroides, enrojecimiento de las palmas. 

Glándulas

Aumento del sudor (hiperhidrosis) y la secreción sebácea (seborrea, piel grasa)

Acné en el embarazo

Suele aparecer generalmente en el primer trimestre por el gran aumento de estrógenos y progesterona y suele presentarse como granos rojos dolorosos en la cara (zona de las mejillas, alrededor de la boca, la mandíbula) y parte alta del cuello. Al resolverse pueden dejar mancha o pequeñas marcas.

Rosácea en el embarazo

La acción vasodilatadora de la progesterona favorece la aparición de rojeces faciales transitorias (flushing), rojeces faciales persistentes (enrojecimiento permanente de las mejillas, la frente o el mentón conocido como cuperosis) y de pequeñas dilataciones vasculares en la cara, conocidas como arañas vasculares o telangiectasias. La piel se vuelve globalmente más sensible y reactiva.

Dermatitis atópica en el embarazo

Existe una mayor facilidad para la deshidratación de la piel, una mayor tendencia a tener la piel seca, al picor cutáneo y a la aparición de eccemas (placas rojas descamadas que pican) especialmente en las piernas o las areolas.

Prurigo o urticaria del embarazo
Erupción polimorfa del embarazo
Herpes gestationis

Acné en el embarazo

El acné en la mujer embarazada es especialmente frecuente durante el primer trimestre aunque también pueden verse rebrotes hacia las ultimas semanas de la gestación.

El acné en el embarazo es una enfermedad inflamatoria de la piel que puede aparecer de novo, es decir, por primera vez en pacientes que previamente no padecían este trastorno o bien puede verse como un empeoramiento de un acné previo.

Fundamentalmente, se debe a la alteración hormonal fisiológica que acontece durante el embarazo, la cual facilita la aparición de seborrea y lesiones inflamatorias de acné especialmente en personas predispuestas.

El acné en el embarazo suele tener una apariencia “hormonal”, es decir, suele presentarse en forma de pequeños granitos rojos dolorosos en la zona de la barbilla, el mentón, las mandíbulas y parte alta del cuello. Las lesiones tienden a ser profundas lo cual puede favorecer el desarrollo de marcas residuales (pequeñas manchitas y/o cicatrices).

Especialmente en mujeres con antecedentes de acné que deseen quedarse embarazadas o vayan a someterse a tratamientos de fertilización es importante instaurar de forma precoz una rutina de cuidado facial* que evite o minimice el posible empeoramiento de sus lesiones.

El tratamiento del acné durante el embarazo tiene ciertas limitaciones que debemos conocer para manejarlo de la mejor manera posible sin poner en riesgo la salud de nuestro bebé. Existen diversos medicamentos que habitualmente utilizamos para tratar el acné que no pueden usarse durante el embarazo. Por ello en estos casos lo ideal es siempre realizar una consulta especializada*.

Melasma en la mujer embarazada

Uno de los motivos de consulta más frecuentes en embarazadas es la aparición de rojeces faciales. Bajo este término tan general existen diversos trastornos de la piel que incluyen desde el diagnóstico de pequeños vasitos dilatados y arañas vasculares (telangiectasias), un enrojecimiento facial fugaz y transitorio ante distintos estímulos (flushing), enrojecimiento facial persistente generalmente en el mentón, la frente y las mejillas (cuperosis) y lesiones inflamatorias en forma de granos y quistes parecidos a los que aparecen en el acné (rosácea papulosa o quística).

Rosácea y rojeces faciales en el embarazo

Uno de los motivos de consulta más frecuentes en embarazadas es la aparición de rojeces faciales. Bajo este término tan general existen diversos trastornos de la piel que incluyen desde el diagnóstico de pequeños vasitos dilatados y arañas vasculares (telangiectasias), un enrojecimiento facial fugaz y transitorio ante distintos estímulos (flushing), enrojecimiento facial persistente generalmente en el mentón, la frente y las mejillas (cuperosis) y lesiones inflamatorias en forma de granos y quistes parecidos a los que aparecen en el acné (rosácea papulosa o quística).

La rosácea es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel en la que existe una alteración de la respuesta vasomotora y un sobrecrecimiento de la población de Demodex spp.

Entre otros factores, los altos niveles de progesterona que mantienen la gestación provoca la dilatación de los pequeños capilares de la piel, que facilita la aparición de los signos clínicos típicos de la rosácea.

Lo más frecuente es observar un empeoramiento de los signos de rosácea en aquellas mujeres que previamente la padecían y se quedan embarazadas. El momento más crítico para su aparición son las últimas semanas del embarazo. Puede manifestarse en forma de: enrojecimiento facial transitorio ante cambios de temperatura, exposición solar, estrés e ingesta de determinados alimentos (picantes) o bebidas estimulantes como el café; enrojecimiento permanente en mejillas, mentón y región frontal (cuperosis); y lesiones inflamatorias de tipo acné (“pequeños granitos rojos” o quistes internos de diverso tamaño). No es raro encontrar pacientes que además asocien piel sensible o reactiva, la cual se manifiesta como una sensación de tirantez, escozor o malestar facial de forma espontánea o tras la aplicación de sus cosméticos habituales.

Para disminuir los rebrotes de rosácea durante el embarazo es fundamental evitar la exposición a ciertos estímulos desencadenantes. Insistir en una correcta fotoprotección con productos solares adecuados y mantener un buen nivel de hidratación facial con cosméticos específicos son también aspectos básicos en estos pacientes. Si tienes rosácea, piel sensible o tienes predisposición a estas patologías y prevés quedarte embarazada próximamente, lo ideal es planificar tu cuidado facial*.

El abordaje de la rosácea, según su forma clínica y gravedad, puede requerir tratamiento cosmético, tratamiento médico tópico u oral y terapias físicas como el láser o la luz pulsada. Durante el embarazo se pueden utilizar prácticamente todos los tratamientos dermocosméticos disponibles para la rosácea pero existen restricciones a la hora de utilizar ciertas cremas con medicamentos (como el metronidazol ) y diversos fármacos orales como las tetraciclinas, que están contraindicadas durante los meses de gestación por su capacidad para afectar el desarrollo óseo y dental del feto. Por ello una mujer embarazada con rosácea moderada o severa debe ser valorada por un dermatólogo* que le paute un tratamiento eficaz y adecuado para los meses de gestación.

Estrías gravídicas

El melasma, mancha hormonal, cloasma o paño es uno de los problemas de piel más frecuentes durante el embarazo. Muchos cosméticos y tratamientos que habitualmente utilizamos para mejorarlo en mujeres no gestantes no pueden ser utilizados durante los meses de embarazo.

La aparición de estrías distensae son sin duda una de las principales preocupaciones cuando nos quedamos embarazadas. Se podrían asemejar a pequeñas cicatrices dérmicas por rotura de las fibras de colágeno y elastina de la piel. Según los estudios, afectan en torno al 50% de las mujeres embarazadas con variable intensidad, especialmente cuando existe gran distensión abdominal como ocurre en las gestaciones múltiples o los segundos embarazos.

Su principal factor causal es la predisposición genética. No obstante, la influencia hormonal y el factor mecánico (distensión abdominal) son otros factores que influyen en su aparición.

Inicialmente aparecen como cambios al tacto percibiéndose como un adelgazamiento o depresión de la piel típicamente en las regiones laterales del abdomen, las caderas, los glúteos y los pechos. Una vez instauradas, se manifiestan como hundimientos lineales de color variable según su tiempo de evolución (desde blanco a rosado intenso pasando por color piel). Podemos diferenciar dos tipos de estrías gravídicas:

  • Estrías rojas, son estrías recientes en las que puede apreciarse la circulación capilar de la dermis a través de las capas superficiales. Generalmente responden mejor al tratamiento. No tienen porqué aparecer en todos los casos.
  • Estrías blancas, son estrías de mayor tiempo de evolución. Pueden aparecer directamente sin venir precedidas de estrías rojas. Suelen ser más resistentes al tratamiento.

El principal factor para prevenir la aparición de estrías es insistir en una adecuada hidratación de la piel desde el inicio del embarazo para amortiguar la rotura de las fibras dérmicas sometidas a estiramiento. Se recomienda la aplicación de cremas hidratantes densas y nutritivas diariamente insistiendo en las zonas sometidas a mayor distensión (abdomen, caderas, glúteos y pecho). La aplicación de aceite rosa de mosqueta y/o centella asiática es otra buena opción. En algunos casos (pacientes con tendencia a desarrollarlas) será necesario potenciar la hidratación con un protocolo de cuidado específico.

Una vez instauradas, además de mantener una exquisita hidratación de la piel, existen diversos tratamientos para mejorar la apariencia de las estrías distensae. Habitualmente es necesario combinar tratamiento domiciliario con cremas que contengan ácido retinoico o retinol con técnicas en clínica que, según cada caso, pueden consistir en: peelings para mejorar textura, láser PDL para tratar el componente vascular (rojizo), láser fraccionados ablativos/no ablativos para remodelar, mesoterapia, radiofrecuencia etc para mejorar la calidad de la piel. Consulta cuál es tu mejor opción. 

Dermatitis en el embarazo

La dermatitis es un proceso inflamatorio de la piel que se manifiesta en forma de eccemas, es decir, placas rojas que pican y se descaman. Bajo el término “dermatitis” se engloban distintas enfermedades de la piel por lo que es preciso una valoración médica para orientar el diagnóstico.

Puede deberse a distintos factores que varían según el tipo de dermatitis. Los rebrotes de dermatitis atópica son especialmente frecuentes durante el embarazo por la tendencia a la sequedad de la piel que acontece en estos meses. Determinadas embarazadas también sufren empeoramiento o aparición de lesiones de dermatitis seborreica o dermatitis peribucal.

La dermatitis aparece como placas rojas que pican y se descaman. Según el tipo de dermatitis tienden a localizarse preferiblemente en determinadas zonas del cuerpo. Por ejemplo, la dermatitis seborreica afecta preferiblemente a la cara, al cuero cabelludo y al tórax mientras que la dermatitis atópica suele aparecer en las piernas, las manos y los párpados.

Un denominador común para mejorar cualquier tipo de dermatitis es reforzar la función barrera de la piel manteniendo una correcta hidratación de la misma. Controlar los niveles de estrés en general también contribuye a disminuir la frecuencia e intensidad de los rebrotes.

El tratamiento de la dermatitis depende del tipo y de la gravedad de la erupción así como del historial clínico y los antecedentes de cada paciente. En caso de precisarse, no hay inconveniente en utilizar determinadas cremas con corticoides durante el embarazo para disminuir la inflamación de la piel. Es importante consultar*para poder indicar el mejor tratamiento médico en cada caso.

Picor y urticaria en el embarazo

El picor de la piel es el síntoma cutáneo más frecuente en la mujer embarazada especialmente hacia el último trimestre. Puede aparecer de forma aislada (sin acompañarse de otras manifestaciones) o junto a una erupción cutánea de extensión variable.

El prurito durante el embarazo puede deberse a distintas causas. Resulta interesante diferenciar el prurito aislado (como síntoma único) de aquel que se acompaña de lesiones en la piel. Cuando aparece de forma aislada sin lesiones cutáneas las causas más frecuentes son la deshidratación de la piel y el prurito idiopático (sin causa conocida) del embarazo, que suele aparecer principalmente en el abdomen en el último trimestre del embarazo. Si el picor aparece en las últimas semanas de gestación, es especialmente intenso, generalizado y empeora por las noches es necesario descartar una enfermedad específica del embarazo conocida como colestasis intrahepática del embarazo. En caso de que el picor se acompañe de lesiones en la piel habría que valorar erupciones específicas del embarazo (como el prurigo del embarazo, las pápulas y placas pruriginosas urticariformes del embarazo o el herpes gestationis) o exantemas no específicos de distinta naturaleza.

El picor idiopático del embarazo (sin lesiones en la piel) suele localizarse en el abdomen y ser de moderada intensidad. El picor debido a alteración hepática suele ser de mayor intensidad y suele ser generalizado o típicamente afectar a las palmas y a las plantas. En ambos casos pueden aparecer lesiones secundarias al rascado crónico como erosiones, excoriaciones o liquenificación. En caso de picor que se acompañe de lesiones cutáneas su manifestación dependerá de la causa origen.

Un norma básica para prevenir y disminuir el picor durante el embarazo es mantener la piel hidratada con cremas emolientes suaves idealmente sin perfumes.

Es preciso realizar un diagnóstico de la causa del picor para indicar el mejor tratamiento en cada caso. Determinados medicamentos tanto tópicos como orales son compatibles para el tratamiento del prurito durante la gestación. No dudes en consultar* tu problema.

Uso de cosméticos en el embarazo

Algo muy habitual cuando nos enteramos de que estamos embarazadas es suspender todas las cremas que nos veníamos aplicando por miedo a que puedan ser perjudiciales o puedan causar algún tipo de daño a nuestro bebé. Pero ¿es esto totalmente necesario? ¿Debemos cambiar radicalmente nuestra rutina de cuidado cosmético habitual cuando estamos embarazadas? Continúa leyendo… posiblemente te sorprenderá saber que puedes aplicarte muchas más cremas de las que pensabas sin riesgos para tu bebé.

Durante el embarazo, la acción de la progesterona sobre los tejidos hace que estén más vascularizados por la dilatación capilar. En la piel esto se va a traducir en una mayor capilaridad y un aumento de la permeabilidad de las sustancias que apliquemos sobre la piel, es decir, en una mayor probabilidad de paso de estas sustancias al torrente sanguíneo a través de la piel. Esto no es importante para la mayoría de los cosméticos que nos aplicamos ya que su acción generalmente queda restringida a las capas más superficiales de la piel, en concreto a la epidermis que no está vascularizada y por tanto no existe riesgo de paso de estas sustancias al torrente sanguíneo. De ahí que la mayor parte de los cosméticos habituales de dermofarmacia que consumimos no sea necesario suspenderlos durante el embarazo.

Como norma básica: durante el embarazo se podrán utilizar todos aquellos cosméticos con ingredientes cuya absorción a través de la piel sea mínima y/o que en caso de existir no impliquen riesgo para el bebé.

Entre los COSMÉTICOS PERMITIDOS que más me consultáis se encuentran:

Antioxidantes como la vitamina C o la vitamina E.
Calmantes como la niacinamida.
Hidratantes como el ácido hialurónico.
Despigmentantes como el ácido tranexámico o el ácido azeláico.
Reparadores y retexturizantes como los alfa hidroxiácidos (ácido glicólico, ácido láctico, ácido mandélico).

Cuando hablamos de cosmecéuticos (como el retinol), es decir, sustancias con capacidad para penetrar a las capas más profundas de la piel como la dermis (que sí está vascularizada) la cosa cambia. En estos casos, el aumento de permeabilidad cutánea que ocurre en el embarazo sí adquiere relevancia al favorecer el paso de estas sustancias al torrente sanguíneo. En el caso de los retinoides que aplicamos directamente sobre la piel (cremas o serums con retinoides como el ácido retinoico y derivados – retinaldehído, retinol o esteres de retinil -), la contraindicación de uso en el embarazo se basa fundamentalmente en esa mayor probabilidad de paso a torrente sanguíneo por el aumento fisiológico de la permeabilidad cutánea y su potencial para producir malformaciones fetales en caso de que alcanzasen un nivel significativo en sangre. Ahora bien, qué concentración de retinol y durante cuánto tiempo deberíamos aplicarnos este activo para observar estos efectos adversos en el feto y si existe una relación causal científicamente demostrada entre aplicación de retinoides tópicos y mayor riesgo de malformaciones fetales son preguntas sin respuestas en ensayos clínicos a día de hoy.

Como norma básica: durante el embarazo se podrán utilizar todos aquellos cosméticos con ingredientes cuya absorción a través de la piel sea mínima y/o que en caso de existir no impliquen riesgo para el bebé.

Entre los COSMÉTICOS A EVITAR que más me consultáis se encuentran:

Reparadores celulares como el ácido retinoico y derivados del retinol. Es suficiente suspender su aplicación cuando tengamos la confirmación del embarazo (es decir, el primer test de embarazo positivo). No es necesario evitar su aplicación mientras dure vuestra búsqueda de bebé.
Despigmentantes como la hidroquinona.
Exfoliantes como el ácido salicílico a concentraciones elevadas > 4% y áreas extensas. En concentraciones bajas, zonas localizadas como la cara y durante un tiempo concreto (bajo indicación y seguimiento profesional) no habría inconveniente.
Fotoprotectores con oxibenzona (filtro químico).
Aceites esenciales.

Uso de cosméticos en el postparto

Para que un cosmético alcance la leche materna primero tiene que pasar al torrente sanguíneo de la madre y de ahí excretarse a leche materna. La mayoría de los cosméticos aplicados sobre la piel íntegra no llegan a alcanzar el torrente sanguíneo y si lo hacen es a concentraciones tan insignificantes que resulta improbable que lleguen a pasar a la leche materna. Por ello, la mayoría de los cosméticos de dermofarmacia que habitualmente utilizamos son perfectamente compatibles con la lactancia materna.

Es relativamente común encontrar cierta controversia e incluso opiniones contrarias respecto a la compatibilidad de ciertos ingredientes cosméticos con la lactancia materna. Esto se debe fundamentalmente a que la escasez de ensayos clínicos en madres lactantes impide avalar esta indicación en la ficha técnica del producto cosmético, a pesar de que la evidencia clínica disponible muestre seguridad. Por ello, ante la duda sobre la posible incompatibilidad de un cosmético con la lactancia materna lo adecuado es que consultéis.

Una herramienta estupenda para tener a mano y poder realizar una primera consulta general de compatibilidades durante la lactancia materna es la WEB E-LACTANCIA*. No obstante, cada caso concreto conviene confirmarlo con tu dermatólogo.

Caída de pelo posparto (efluvio posparto)

Es la caída de pelo mayor de lo habitual (> 100 cabellos diarios) que afecta con variable intensidad a más del 50% de las mujeres en el posparto. En general, se percibe a partir de los 2-3 meses tras el parto pero en mujeres que dan el pecho puede no aparecer hasta el destete.

La caída brusca de los niveles de estrógenos y progesterona tras el parto favorece el paso de anagen (fase de crecimiento) a telogen (fase de caída) de un mayor número de folículos pilosos.

Se observan pelos caídos en la ducha, la ropa o la almohada; fácil desprendimiento de los cabellos al peinarse, disminución de volumen de la melena; áreas de menor densidad capilar que dejan entrever el cuero cabelludo al “clarear”; cabellos nuevos en las zonas de implantación como las sienes.

La caída de cabello posparto puede resultar especialmente llamativa por su aparición brusca y su intensidad. Clínicamente no se diferencia de otros tipos de efluvios. Lo único diferente (y verdaderamente importante) es que en este caso conocemos la causa desencadenante, que es el propio parto.

El diagnóstico se basa en la consulta médica a través de la historia clínica, la exploración tricológica, el pull-test y la tricoscopía digital.

Afortunadamente, el efluvio posparto es un proceso reversible y autolimitado que no conduce por sí mismo a la calvicie. Pasados 3-4 meses la caída se detiene progresivamente y se empieza a notar menos pérdida de pelo que anuncia la fase de recrecimiento con cabellos cortos y finos que poco a poco se engruesan y crecen. La recuperación del volumen del pelo puede tardar de varios meses a un año. En casos en los que la caída se prolongue más allá de ese periodo es recomendable descartar otros procesos sobreañadidos como el efluvio telógeno crónico o la alopecia androgenética femenina.

Lavar el pelo a menudo ayuda a eliminar los cabellos maduros y facilita el recrecimiento.

Los suplementos vitamínicos pueden ayudar a mejorar la cosmética del cabello al aportar la materia prima necesaria para el metabolismo del folículo piloso (deben de ser aptos para la lactancia materna en caso de mujeres que estén dando el pecho).

En caso de anemia o disminución de los depósitos de hierro, la suplementación con hierro oral ayuda a frenar el efluvio y a acelerar su resolución.

El uso de minoxidil tanto tópico como oral es una opción a tener en cuenta en casos concretos caída de cabello intensa, siempre bajo indicación y seguimiento médico.

En casos resistentes, se puede complementar el tratamiento con técnicas en clínica como la mesoterapia capilar con PRP (plasma rico en plaquetas) para activar el recrecimiento del cabello.

A nivel estético es importante entender que ningún cuidado cosmético de peluquería está contraindicado durante la caída de cabello tras el parto. Así que… mis queridas mamis… ¡vía libre para cuidarse y verse bien en el posparto!

Cuidados del pecho lactante

Especialmente cuando la lactancia materna aún no está bien establecida o en aquello momentos de mayor demanda como son las “crisis de lactancia” (esos brotes de crecimiento en los que el bebé demanda más para asegurarse una mayor producción de leche), la piel del complejo areola pezón puede verse resentida al aparecer lesiones.

Estas lesiones pueden variar desde una leve irritación hasta grietas y heridas muy dolorosas que hagan tambalear el éxito de la lactancia materna.

No hay una crema milagro que resuelva para siempre las lesiones del complejo areola pezón asociadas a la lactancia materna ya que se trata de un problema fundamentalmente mecánico cuya solución definitiva requiere adquirir una buena técnica de enganche. Dicho esto, las grietas y las heridas en el pecho no son aceptables y conviene conocer ciertos conceptos básicos sobre el cuidado de la piel de esta zona para saber cómo evitarlas en la medida de lo posible.

Evita lavar el pecho antes y después de cada toma. El lavado excesivo destruye la protección natural de la piel.
Evita la ingurgitación mamaria ofreciendo a menudo el pecho al bebé, especialmente si notas acúmulos o el pecho duro.
Masajea la zona con movimientos circulares dirigidos hacia el pezón antes de dar el pecho.
Aplica compresas de agua tibia.
Deja el pecho al aire siempre que puedas.
Si utilizas pezoneras, discos de lactancia o copas recolectoras, recámbialos con frecuencia para evitar la humedad e irritación de la piel.
Utiliza ropa interior cómoda, sin costuras y de tejidos suaves transpirables.

El tratamiento dependerá del tipo de lesión en la piel.

Si aparece deshidratación y sequedad: aplica diariamente crema hidratante suave. Para antes de la toma, sin necesidad de retirar, utiliza cremas emolientes a base de lanolina pura.

Si existe inflamación leve: tras la toma, aplica crema regeneradora calmante.

Si tienes heridas o grietas dolorosas: según la profundidad y extension pueden ser necesarios cremas con medicamentos, parches de hydrogel o apósitos cicatrizantes. Es necesario valoración individualizada.

La aparición de psoriasis, dermatitis atópica u otro tipo de eccemas en la region areola-pezón no contraindican la lactancia maternal. Posiblemente, sea necesario realizar un ciclo de tratamiento antiinflamatorio con corticoids tópicos.

En caso de mal olor, secrección amarillenta o verdosa, dolor agudo punzante, fiebre o malestar, es necesario consultar inmediatamente para descartar sobreinfección bacteriana.

Si aparecen lesiones cutáneas “satélites” en la mama, podría tratarse de una candidiasis que requiera tratamiento medico con antifúngicos.

Lesiones cutáneas en la areola-pezón durante la lactancia

Existen diversos tipos de lesiones en la piel de la areola y el pezón debidas a succión inadecuada por una incorrecta o inmadura técnica de enganche. Entre las más comunes se encuentran:

Perlas de leche traumáticas

Aparecen como pequeños puntos blancos o blanco-nacarados bien delimitados y dolorosos en el pezón. Se deben a obstrucción de un conducto glandular mamario y típicamente se inflaman cuando el bebé mama. Ocurren por tracción del pezón durante la toma. Habitualmente se resuelven espontáneamente pero puede llevar varias semanas por lo que se puede tratar en clínica pinchando suavemente la perla o en domicilio frotando suavemente la lesión tras reblandecer la zona en agua tibia durante unos minutos. En ambos casos, inmediatamente después, es recomendable poner al bebé al pecho para que se termine de deshacer.

Perlas de leche de origen infeccioso

Aparecen en el contexto de una mastitis (incipiente o mal curada) en forma de puntos blancos mal delimitados, amarillentos, bajo los cuales puede palparse un “bulto” o componente más profundo. Suelen ser más dolorosos que las perlas traumáticas y sentirse como pinchazos que irradian al tórax o a la espalda. Se trata de una obstrucción de leche complicada con una sobreinfección bacteriana y formación de biofilm, por lo que su tamaño no suele variar durante la toma. No se debe manipular en domicilio y requiere siempre valoración médica.

Ampollas superficiales

Aparecen como lesiones traslúcidas de color piel con contenido líquido trasparente. Son debidas a una succión superficial débil del pezón al mamar. Al ser muy superficiales suelen desaparecer al reblandecerse y abrir su contenido al exterior durante la propia toma. En este caso, es suficiente mantener las medidas básicas de higiene. Para evitar su reaparición, es fundamental favorecer un agarre profundo del pecho que englobe parte de la areola y no sólo el pezón.

Puntos rojo-negros

Aparecen como puntos o lesiones ligeramente alargadas rojo brillantes que con el paso de los días tornan a una coloración violeta-negruzca. Se deben a acúmulos superficiales de sangre por una succión impetuosa (“chupetón”). No suelen ser dolorosos y desaparecen por si solos en pocos días.